Los aportes Pedagógicos de Don Ramón

Juan Ramón Roldán Rendón. Pedagogo colombiano nacido en Guarne-Antioquia en el año de 1956. Militante de varios movimientos anarquistas de la ciudad de Medellín durante la década de los 70. 
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LA OPTICA DEL DELIRIO. Sobre Juan Ramón Roldán Rendón. 

INTRODUCCIÓN.

“Tener la capacidad de reconciliar permanentemente los conflictos personales, es conocerse a sí mismo; solo así es posible insertarse como sujeto, en el “constante proceso de liberación de la humanidad.”

Juan Ramón Roldán Rendón.

Los roles masculino y femenino, en  la sociedad colombiana, han sido enmarcados y estructurados a través del tiempo a partir de ideas conservadoras; y es así como la libertad de la mujer, se ve condicionada y reducida por la voluntad del hombre; todo aquello que opere por fuera del esquema es condenado y perseguido, vivimos aun en una sociedad homofóbica, machista y silenciada.

La familia y la escuela, según el psicoanálisis, vitales en la función estructurante del sujeto, reproducen las relaciones humanas en términos de oprimidos y opresores, arrojando al mundo a seres sin nombre, a seres sin autonomía.

Encontrar el lugar de nuestro deseo, como docentes en formación, implica reconocer el proceso histórico que permanentemente nos constituye como sujetos; es por eso que este trabajo expone el caso particular de Juan Ramón Roldán Rendón; una lectura critica de los contextos represivos que le dieron forma, y que en un momento de su vida lo inhabilitaron como docente ético y transmisor de “la pasión por el saber”; a la par que motivaron la praxis progresista y comprometida, que ejerció durante el resto de su vida.

1“Somos “errores del sistema”, que en reconocimiento de nuestra condición de oprimidos, hemos escogido una vida de lucha al lado de la gran mayoría, por la reivindicación de nuestra condición de seres humanos”

LA FAMILIA

La unión de los padres de Juan Ramón, tiene como escenario la Medellín de la década de los 50. Ambos nacen en el campo, en condiciones de pobreza. Su llegada a la ciudad solo es la continuación del drama de una educación precaria, en una ciudad hostil, que desde muy jóvenes los sitúa en el camino laboral, como única opción para la supervivencia de la familia en conjunto.

En el caso de ambas familias, salvo algunas excepciones, los hijos y los padres tienen una carga laboral similar o igual; lo cual es significativo si se tiene en cuenta que los hijos no han superado siquiera su etapa preadolescente.

Ante la corta estancia de los padres de Juan Ramón en instituciones educativas, cabe preguntarse por las consecuencias cuando el acto educativo se traslada a un contexto laboral, como en el caso de la madre.

2 “El romanticismo llega a posiciones radicales cuando considera la experiencia escolar innecesaria para algunos niños que, según su óptica, estarían mejor en
cuerpo, alma y moralidad, lejos de ciertas influencias institucionales”.

Las razones de que en Colombia muchos niños y jóvenes no accedan a planteles educativos, están desligadas en la mayoría de los casos de un ideal romántico; por lo que no hay que desconocer el acto educativo como un asunto de la cotidianidad, que no empieza ni termina en las puertas de las aulas.
¿Pero que implica entonces esta suerte de educación informal y para la supervivencia? ¿A quien favorece que la tradición y el orden social permanezca incuestionable, cuando la clase social más baja no tiene herramientas para hacerse preguntas e interrogar su entorno?

Con el nacimiento de Juan Ramón, se consolida finalmente esta familia tradicional de clase media, compuesta por la madre, el padre y dos hijos; que reproduce la estructura, los roles y los imaginarios de la generación anterior, de manera similar: un tanto más flexibles y liberales. El padre asume la función de proveer económicamente a la familia, mientras que la madre se ocupa de las labores domesticas y la crianza de los hijos; años después ella retornará al mundo laboral.

Es desde la infancia donde Juan Ramón se encamina hacia la ruta de su delirio, esto gracias a su madre “no castrada”, situación contrastada con las prolongadas ausencias de ambos conyugues en su periodo escolar; además del alcoholismo del padre y las constantes desautorizaciones entre ambos, ante las demandas y los cuestionamientos de Juan Ramón, inherentes al deseo de conocimiento de todo ser humano.
Como consecuencia el niño no interioriza la ley-del-padre, “la relación de reciprocidad en el deseo, que caracteriza la fusión imaginaria con la madre” no ha sido prohibida por el padre; o mejor aun: la construcción simbólica realizada por la pareja no acerca a Juan Ramón hacia la figura paterna. Para él, también la función paterna, se constituye como imaginaria (“padre ideal”).
Si bien ambos conyugues manifiestan su constante amor y afecto desde su perspectiva, dentro de los límites de las historias individuales que los constituyeron; es desde la primera etapa en la familia, que se alzan los primeros obstáculos y frustraciones para el niño en su proceso de socialización entendido como:
3 “La sociedad y sus estructuras están siempre presentes mediante la institución familiar y por el padre que representa la ley de la sociedad en la que, introducirá a su hijo por la interdicción dual con la madre (registro de la naturaleza, de lo imaginario). El niño al identificarse con el padre recibe un nombre y un lugar en la constelación familiar; vuelto a sí mismo se descubre por hacer en y por un mundo de cultura, de lenguaje y civilización”.

LA ESCUELA

Los tres primeros años escolares de Juan Ramón Roldán, precedidos por el preescolar, transcurren en un clima de felicidad; la relación edípica al lado de su madre no representa aun una problemática, y las falencias en la familia como contexto estructurante, parecen ser suplidas por las buenas relaciones que mantiene con sus compañeros y maestros, que le posibilitan una vida escolar activa y participativa.

Finalizando el segundo grado sobreviene una ruptura: La familia se traslada a otra localidad con el fin de que el hijo mayor continúe con sus estudios secundarios. Es esta, para Juan Ramón, quizá la primera gran incertidumbre de su vida: vínculos muy fuertes que lo encaminaban hacia su realización como sujeto, han sido rotos de manera drástica.

En este “nuevo comienzo”, se darán las nuevas situaciones fundamentales que perpetuarán en Ramón, su tendencia a construir un mundo imaginario: La madre ingresa a una fábrica de confecciones como operaria, ambos padres están ausentes, el encierro es constante, su vida social por fuera de la escuela es nula. Desde temprana edad, tiene lugar su iniciación musical, pero el proceso es también interrumpido de manera dramática en una ocasión.

Es el periodo del auge de la creatividad, en el que el niño potenciará sustancialmente sus habilidades manuales en un entorno hermético. Su casa es el laboratorio en el que hallará la fórmula para evadirse del mundo de la mano del arte, la televisión y los videojuegos. Más allá de la puerta caminará entre las zarzas, al no haber adquirido las herramientas suficientes para enfrentarse al mundo real.

En comparación con su primera escuela, Juan Ramón se encuentra realizando el cuarto grado en una institución hostil, donde conocerá por primera vez el extremo punzante y pulverizador de la escuela tradicional, de la mano del símbolo Dios omnipotente encarnado en una anciana enérgica y mezquina, que halló en el maltrato físico y psicológico su metodología de control autoritarista. Para Juan Ramón, es el drama de una realidad represiva y aplastante, que al momento de suceder, se contrapone radicalmente a su pasado, a la ternura de su madre, a su dócil universo imaginario sustentado en sus juguetes. (Muchos de los cuales elaboró con una navaja en sus momentos solitarios).
Como resultado de este periodo, se agudizan su timidez, sus miedos, sus herméticas construcciones ideales, sus mecanismos de evasión: tiene lugar la REPRESIÓN por encima de la SUBLIMACIÓN y mantendrá su primacía mucho después de su preadolescencia.
Es entonces en el transcurso de los dos últimos años escolares, donde germina en Ramón su antipatía y descontento, no hacia el conocimiento, sino hacia la relación maestro alumno; que motiva en él una intencionalidad autodidacta para acceder al saber, y que lo inhabilita para confrontar sus ideas con otros; situación perjudicial en la medida en que se aleja cada vez más de las dinámicas sociales y acentúa su “yo-ideal”, la construcción imaginaria del “súper yo”: Y esto no es más que la consecuencia de un periodo en el que no halla un referente real en la familia, en la escuela, en la sociedad en general; un transmisor del deseo que se sitúe para él en el lugar del “ideal-del-yo”; que posibilite un diálogo en pro de la construcción de lo simbólico.

Inmerso en el vínculo aparentemente inquebrantable de la relación edípica, Ramón concibe a los demás sujetos en el núcleo familiar y por fuera de él, como potencialmente hostiles desde su perspectiva paranoica; situación que lo motivaba constantemente, a agredir o a sentirse agredido psicológicamente.
Y es así como sus fantasías más maduras: agudas depresiones materializadas en literatura, en las que se manifiesta como ser absoluto y omnipotente; se construyen bajo la premisa de la destrucción de la humanidad en general, en los casos más extremos:

4 “Del día en que negué la vida te diré, que la melancolía era la luz de mis ojos. O talvez solo fue la expresión de mi deseo insondable, en el que la naturaleza emerge y sepulta a la humanidad para siempre.”

5El odio hacia el opresor fácilmente absorbía cualquier esperanza de amor. En términos de la pasión, el amor ha de ser el motor del cambio; ya que cada sujeto perteneciente a este sistema de clases encarna en sí mismo al oprimido y al opresor.

Podemos entonces develar, que el lugar del deseo de Juan Ramón en la docencia, se estructura silenciosamente desde su infancia; ser maestro significa para él, garantizar que no se reproduzcan esas situaciones traumáticas que marcaron su historia individual, deseo que se contrapone en su etapa como estudiante universitario, a sus miedos, a su incapacidad de reconocerse como un ser incompleto.
6“(…) el reconocimiento del deseo de llegar a ser en el saber y que la motivación y la esperanza que el maestro reconoce en el conocimiento, como una expresa posibilidad en su construcción, son leídas por el discípulo en el ámbito de la relación educativa y se convierten en una positiva sugestión, a partir de la cual siente que en su maestro hay una promesa de llegar a ser, siguiendo el positivo afecto por el conocimiento, tal como él se lo ha revelado.”

Aun después de la preadolescencia, El “súper yo” de Juan Ramón, se construye en su timidez y sumisión a partir de la búsqueda de satisfacer su deseo narcisista en un “ideal del yo”, sacrificando su propia subjetividad, resguardando de manera inconciente su verdadero criterio tras muchas mascaras: podía ser cualquier cosa, su nombre era “x”.

Juan Ramón Roldán Rendón, manifestaría, ya entrado en años, su posición frente a su infancia diciendo:

“(…) en buenahora me han frustrado: no está mal que uno que otro golpe me halla ayudado a asumir mi papel histórico; mal sería para mí, haber asimilado esta estructura infame de explotación.
Recuerdo que una vez alguien me dijo, que debía soñar con los pies en la tierra; y una vez que uno logra encontrar ese equilibrio, se da cuenta de que las fantasías infantiles, son el germen de hermosas herramientas para subvertir el orden.”

1 Juan Ramón Roldán Rendón “El esquivo” pg. 32 Editorial Castor Manco 1996.
2 Sujeto y educación. Hacia una ética del acto educativo Pg.41
3 A. Rifflet Lemaire, (1971) “Sujeto y educación” Pg.81
4 Juan Ramón Roldán Rendón. "Escritos del odio - El silencio de Sumatra”,
Pg. 22, Editorial Perro Azul. 1976
5 Paulo Freyre, en su obra “pedagogía del oprimido”,  expone ampliamente este concepto, del sujeto como unidad dialéctica.
6 Sujeto y educación. Hacia una ética del acto educativo.  Pg. 110

Cachipayita
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